El Lagunero, equipo de barrio.
El primer amor de una persona se refleja en la figura de su madre, diosa de la transformación, o en el padre de la familia, su Dios. Sin embargo, el club de barrio, el primer amor, es un amor incondicional, entregador y apasionante, que domina el alma, el corazón y muchas veces deja de lado a los primeros dos.
Las tardes en el ascenso, los fines de semana en cada cancha
del interior tucumano, el anhelo de un regreso soñado finalizó el diecinueve de
noviembre del 2016 en el estadio del Club Atlético Villa Amalia, cuando el
árbitro del encuentro dio por terminado el cotejo de semifinal entre “El equipo
del pueblo” y Juventud Unida de Tafí Viejo. Alto Verde era de primera con los
tres goles de Cristian Adanto y uno de Walter Rodriguez, concluía una temporada
más que sufrida para los laguneros, se metió por la puerta chica de la
clasificación y goleó al candidato para subir a la máxima categoría.
“Es un orgullo sentir y defender los colores del dueño de la
ciudad, es una pasión”
El apellido Rodriguez implica un renombre de referencia en
la ciudad de Simoca y generador de orgullo para la entidad lagunera. En la mención
de la familia; Walter no es la excepción y desde la niñez se presentó al club
de sus amores.
Caudillo de la defensa lagunera y profeta de su tierra verde
y blanca; fiel a sus colores pese a los deseos de más de un equipo. Los años de
formaron al central en un referente para todos los simpatizantes, que
demuestran su agradecimiento en cada partido. “Hace más de siete años que me
encuentro en Alto Verde, podría haber ido a otros lugares pero siempre aposté a
mi equipo” confesó Lautaro Juarez, el capitán de los dueños de la ciudad y
confirmó “Siempre estamos buscando más para seguir creciendo, disfrutamos de un
gran presente pero queremos clasificar para nuestra gente”.
A orillas de la ruta provincial 325, donde los viajeros visualizaron
una lomada verde, donde la historia determinó que sea el hogar lagunero. Se
forjó el templo del conjunto de la ciudad, en las calles de Juan Bautista Alberdi
y Ricardo Rojas, tierras donadas por Antonio García, vecino y fanático
identificado.
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