Crónica de un final anunciado

Al igual que en la obra de García Márquez, el encuentro entre Jorge Newbery y Deportivo Aguilares mostró desde el arranque indicios de que iba a terminar de la peor manera.


Mientras algunos trataban de entrar a la cancha, otros peleaban en las tribunas.

Pocos minutos antes de las 16, los equipos de Jorge Newbery y Deportivo Aguilares ingresaban al campo de juego, y el recibimiento de la hinchada de los "Aviadores" fue realmente muy bueno. Todo parecía que el encuentro iba a ser una fiesta, y más aún cuando comenzó el partido y los locales iban con todo al arco del "Super Depor". En los primeros diez minutos, los "Rojos" tuvieron el control del ritmo del juego, y llegaron varias veces a posición de gol. Pero poco a poco, los visitantes se fueron acomodando, y cuando nadie lo esperaba, marcaron el primer gol.

A los 16 minutos del primer tiempo, fue como un baldazo de agua fría para los locales, pero algunos reaccionaron de la peor manera. Los jugadores del "Celeste" apenas terminaban de festejar el gol cuando una bomba de estruendo cayó muy cerca del arquero Nahuel Fernández, quién se alejó con las manos en la cabeza y se tiró afuera del área, tratando de quedar lejos del alcance de los proyectiles de la tribuna. El año pasado, el Deportivo pasó por una situación muy similar, cuando en la final de la Liga Tucumana, el arquero de Atlético fue golpeado por un objeto arrojado por los hinchas, y el encuentro fue suspendido.


Hoy, el árbitro Diego Rodríguez Fernández decidió que se podía seguir jugando. Los minutos corrían, pero los objetos no paraban de caer en la cancha. Y eso incluye una bengala desde fuera del estadio. Pero el encuentro siguió. Y los incidentes no pararon allí. Después, la víctima fue Ariel Aragón, quien se disponía a ejecutar un tiro de esquina, y al lado suyo cayeron otros dos elementos de pirotecnia, pero tampoco fue motivo para suspensión. Casi cuando terminaban los primeros 45 minutos, el mismo Aragón marcó el segundo de tiro libre, y los jueces se fueron protegidos por la policía, ya que los proyectiles caían de todas direcciones.


En el PT, un hincha entró al campo de juego, pero el capitán del "Aviador" lo corrió, visiblemente molesto

Todo apuntaba a que la desición más sensata era suspender el encuentro, pero no fue así. El complemento presentó un Jorge Newbery que salió a buscar el gol del descuento lo más rápido posible, y ya que lo consiguió en tan solo seis minutos, la gente en las tribunas se mantuvo espectante y esperanzada con el empate. 

Pero los minutos seguían corriendo y la paridad no llegaba. Unos quince minutos antes de que finalice el cotejo, los hinchas ingresaron por segunda vez al campo de juego por el mismo lugar, al lado del arco que Sergio Romero cuidó durante la segunda mitad, y la policía tuvo que perimetrar el sector por donde saltaban. En ese mismo momento inció una batalla entre los hinchas. El descontrol se apoderó de las tribunas, pero el "show" debía continuar. El nerviosismo se apoderó de los dirigidos por Floreal García y de su cuerpo técnico, y terminaron jugando con nueve. 


Aragón caído por una patada, y en medio del amontonamiento, el ayudante de Florear García golpeó sin disimulo a uno de los jugadores rivales.

Tras la segunda expulsión, otros simpatizantes ingresaron al campo por el lado del arco de Aguilares, y los efectivos policiales se vieron obligados, otra vez, a controlar la situación. A esta altura, el final ya se veía venir, pero Diego Rodríguez decidió jugar los 90. O al menos trató, ya que de los diez minutos adicionados, solo se jugaron un par, porque el estadio en sí era un caos. La pelea en las tribunas nunca cesó, y los jugadores corrían entre fuegos artificiales.

El pitazo fue final para los deportistas y sus entrenadores, pero para los salvajes fue una campana que daba inició a la locura. Invadieron el terreno de juego, tratando de cazar a algún rival, sin embargo, hubo quienes también atacaron a los de propio equipo, solo para robarles la ropa.La batalla campal fue un evento que los hinchas de Newbery anunciaban desde los 16 del primer tiempo. Y de haberse manejado mejor las cosas, seguro podría haber sido evitada, y Rodríguez Fernández quedó en el ojo de la tormenta por sus decisiones.

Los heridos fueron muchos, entre los cuales se pueden contar a simpatizantes, jugadores, técnicos y hasta un hombre que se encontraba en la cabina de prensa que recibió un ladrillazo. Parecía que no se salvaba nadie. Los efectivos policiales, que parecían no dar abasto ante semejante situación (eran 75 los afectados), reprimieron con balas de goma, gases lacrimógenos y golpes a los que se acercaban a atacarlos, aunque hubo quienes se quejaban del "violento accionar". Afuera del estadio, la situación era similar, y algunos decían que estaban entrando a asaltar en las casas de los vecinos. El final del clásico de Aguilares fue nefasto, y cuando pensamos que el fútbol es solo un juego, nos resulta extremadamente incomprensible el accionar de la gente.


El final fue catastrófico, pero no inimaginable.

Matías Rivarola - Juan José Roldán - Alejandro Echenique


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